¿Cuáles son los procesos y los espacios en donde los jóvenes aprenden a ser ciudadanos en nuestras sociedades contemporáneas? ¿En qué medida los profundos cambios que han transformado las prácticas de implicación en los sistemas democráticos han afectado a la concepción predominante entre los jóvenes sobre lo que significa ser «un buen ciudadano»? ¿Podemos hablar de jóvenes y ciudadanos al mismo tiempo para analizar como se interrelacionan ambas categorías en nuestras sociedades contemporáneas o debemos seguir operando con la vieja concepción de juventud como una etapa de espera y preparación que sitúa implícitamente a los jóvenes en una posición de semi-ciudadanía o de ciudadanía de segunda clase? Éstos —y algunos otros que se irán desgranando a lo largo de las próximas páginas— son los interrogantes a los que se enfrentan los autores que participan en este volumen.